A fines de 2004, el sueño de tener un lugar propio se volvía realidad y así nacía Indios Rugby. Ubicado a 335 kilómetros de la capital nacional, hoy repasamos la historia de este club de la localidad de Bolívar, fundado con mucho sacrificio, esfuerzo y gran amor por este deporte.
Los primeros momentos se remontan al año 1999, una etapa donde generosamente, el club local de fútbol Independiente cedía su única cancha a un puñado de fanáticos del rugby que necesitaba refundar ese deporte en la ciudad. ¿Por qué refundar? Porque en la década anterior, existía el combinado de Los Cuervos, un fallido intento de club, que entre los años 1984 y 1990 se movía en zonas aledañas para encontrar rivales a los que enfrentar.
Carlos Bedatou, presidente del club relata: “Durante cinco años, fuimos jugadores, entrenadores, dirigentes y cancheros. Hacíamos todo entre todos”.
La rutina de cada fin de semana consistía en un esfuerzo desmedido, mezcla de pasión y locura. Todos los domingos comenzaban con la ida a comprar las cosas para el tercer tiempo, mientras esperaban que terminen las divisiones infantiles del fútbol.
Una vez que finalizaban, Bedatou explica: “Teníamos que sacar los arcos y reemplazarlos por nuestras haches. Colocábamos caño por caño, entre cuatro o cinco. Luego, uno de los más livianitos se subía y ajustaba los tornillos del travesaño. Después pintábamos la cancha. Ni habíamos terminado con la cal, que ya estaba el equipo visitante en el predio. Después, ya nos íbamos a precalentar”.
Una vez que los juveniles terminaban con sus partidos, era el turno del plantel superior, que, tras el pitido final, algunos aprovechaban para bañarse y otro grupo preparaba el tercer tiempo. La jornada llegaba a su fin cuando el visitante se iba del predio y el mismo grupo que jugaba, entrenaba, cocinaba y preparaba la cancha, volvía a hacer el procedimiento de sacar las haches, y poner los arcos de fútbol, ya que, al día siguiente, había entrenamiento.
“Cuando Independiente hacía de local los domingos, lógicamente ellos tenían prioridad para usar la cancha. Entonces, la Sociedad Rural nos prestaba su predio, que quedaba a unos 300 metros del club. Cargábamos las haches al hombro y repetíamos el procedimiento de instalación como todos los fines de semana”, detalle Bedatou.
Se acaba el año 2004 y la Sociedad Rural de Bolívar le dio la posibilidad a este equipo de rugby de tener algo propio: “Nos ofrecieron un predio -de tres hectáreas y media- que lo tenían como terreno baldío y ni lo dudamos. Firmamos un comodato a finales de 2004 y ya para diciembre de 2005, nos instalamos ahí, nivelamos la cancha, que tenía más tierra que pasto y construimos un pequeño quincho, que recién hoy lo estamos remodelando para hacer un vestuario”.
Faltaba definir un nombre para la institución, que no tardó en llegar: Indios Rugby. Así denominan en al Club Atlético Independiente de Bolívar y en los diarios ya los apodaban de esa manera.
Pero no todo era color de rosas, tras el fervor de tener un hogar propio. “En 2006, teníamos mucha incertidumbre porque trabajábamos muchísimo y no sabíamos para quien porque la primera y las juveniles habían desaparecido. Nos preguntábamos: ¿Para quién estamos trabajando?. Por suerte, gracias al éxito de Los Pumas en el Mundial de Francia de 2007, mucha gente volvió al club y así se rearmó la primera”, expresa Bedatou.
En diciembre de 2007, Indios Rugby ganó un torneo a fin de año con clubes de Pehuajó, Trenque Láuquen y Carlos Casares, lo que le significó un gran empuje para comenzar a crecer todos los años.
Hoy en día, no hace falta que los jugadores hagan también de dirigentes y entrenadores. También incorporaron un montón de chicas que integran el equipo de rugby femenino.
Relatos de pasión, historias que llenan y un infundado amor por el rugby.