El alto rendimiento deportivo y los libros pueden convivir. El esfuerzo para mantenerse activos en los dos campos da sus frutos. Así lo demuestra la historia del rosarino Damián Schneider, hoy integrante del panel de árbitros de la UAR y flamante abogado.
Damián jugó al rugby en Old Resian hasta que una lesión en su época e juveniles se cruzó en el camino. Sus ganas de seguir en la cancha lo llevaron a involucrarse en el arbitraje.
El camino del referato tuvo el kick off en su club. Llegó al Regional del Litoral, continuó con el arribo a los torneos de la UAR y luego, se produjo la llegada al plano internacional. Junior World Trophy, Campeonatos Sudamericanos, Nations Cups, giras por Sudáfrica y Japón, hasta llegar al Circuito Mundial de Seven, donde hoy es un habitual participante.
Antes de agarrar el silbato, Damián estaba en el colegio donde se cruzó con otra de sus pasiones: la abogacía. “Siempre me gustó el Derecho y me resultaba fácil de comprender. En el secundario tuve Derecho General y cuando terminé el secundario sentí que era lo que quería estudiar y arranqué”.
En sus primeros pasos en el camino del arbitraje, el panorama era prometedor. “En el primer año de la carrera pude hacer ambas cosas sin problemas”, cuenta Damián. Rugby y estudio iban de la mano, equilibrados.
Peor el crecimiento en el referato empezó a inclinar la balanza. Damián comenzó a recibir designaciones internacionales y el tiempo para el estudio, era menos. “Tuve que postergar algunos exámenes, pero siempre intentaba rendir apenas volvía así trataba de cerrar el año académico”.
El mayor desafío llegó con los viajes más regulares, debido a la participación en el Circuito Mundial de Seven. Arrancaba la temporada 2016 y con 23 años, Schenider fue designado para participar en seis de las diez etapas del circuito: Dubai, Ciudad del Cabo, Hong Kong, Singapur, Londres y París.
“El seven demanda más preparación. Hubo que dedicarle mayor tiempo a la parte física y había menos tiempo”. La firme decisión de continuar estudiando hizo que los libros empezaran a ocupar lugar en la valija. “Como en el circuito los viajes son de dos semanas aprovechaba algún «huequito» o los vuelos largos para ponerme al día. Así, ni bien volvía a Rosario, rendía”.
El apoyo de la facultad fue clave ya que le permitió rendir en mesas especiales “cuando me perdía el turno por algún viaje. Al estar justificado por la UAR no me atrase tanto”, remarca.
Hoy con el título en mano, su carrera como abogado por delante y un futuro alentador en el arbitraje internacional, Damián asegura que “el mejor consejo que puedo dar es que si bien los estudios tardan un poco más, hay que seguir. Cada cual a su ritmo, dándole espacios en el día dedicados al estudio, aunque sea dos horas por día. Así podes seguir cumpliendo con los entrenamientos y el descanso que el deporte requiere, además de avanzar en la carrera”.